Dice Francisco J. Carballo que al confrontar las grandes ideologías dominantes “la Doctrina Social de la Iglesia se vuelve hoy una postura antisistema”, ya sea en lo referido a la locura trans o al movimiento woke como otras a corrientes más clásicas -pero “vigentes”- como el liberalismo y el marxismo. Dentro de ese baluarte de cordura, un pensador, Chesterton, y un sistema, el distributismo, son dos de sus grandes defensores. En Las exigencias de la Doctrina Social de la Iglesia (Chesterton.es), Carballo expone las premisas de esta doctrina, descubre algunas de sus grandes curiosidades y refuta mitos falsamente impostados.

En conversación con Religión en Libertad, Carballo define el distributismo como una doctrina económica “alternativa a las economías capitalista y comunista inspirada en una antropología católica”, y que busca “que el hombre y la moral inherente a la naturaleza humana condicionen estructuralmente toda la vida económica”.

Solo así se puede entender un sistema cuyo punto de partida es “el hombre” y su base “la propiedad”, que es entendida por Chesterton como “un cargo que nos confía la Providencia para el bien de los demás”.

Los indígenas, beneficiados por el “distributismo”

Entre los principales mitos contrarios al distributismo, Carballo encuentra que no pocos de sus partidarios afirman que en esta corriente, pese a estar inspirada en los principios sociales de la Iglesia, no sucede lo mismo con sus propuestas concretas.

Una observación que “no tiene fundamento”, ya que “olvidan que la Iglesia no hace propuestas concretas y que los principios morales que obligan a las instituciones políticas y económicas son necesarias para alcanzar el bien común”.

De hecho, el mismo autor encuentra este sistema nacido de Chesterton e Hilaire Belloc como “uno de los intentos mejor acabados de traducir en propuestas concretas los imperativos de un orden social cristiano” y que se vio plasmado, por ejemplo, en las reducciones jesuíticas de Paraguay y “otras zonas de la América española de propiedad familiar y comunal de los indios, tenemos las experiencias cooperativas asfixiadas por la legislación y la competencia desleal capitalistas”.

Y sin embargo, “los mitos son muy socorridos: es una utopía, es algo bonito pero de difícil aplicación, no tiene experiencia de gobierno, no sabemos si daría resultado… lo mismo que podría decirse del propio liberalismo antes de la Revolución Francesa”, incide.

Alcaldes que darían órdenes a monarcas

A lo largo de las casi 200 páginas que conforman esta aproximación a la Doctrina Social de la Iglesia y el distributismo, el autor también resalta multitud de curiosidades propias de este sistema.

Una de ellas es el reconocimiento por el propio Marx de que, “todos los hombres durante la Edad Media -“la Cristiandad”- tuvieron alguna participación en la propiedad”. Asimismo, menciona el autor, en torno al reparto y distribución de la riqueza o del poder, que “el alcalde de cualquier ciudad europea tiene hoy más poder efectivo que muchos reyes medievales severamente limitados”.

Chesterton y Belloc, “al servicio de la apología católica”

Por ello, no extraña que sea precisamente en este periodo cuando se aplicaron de manera efectiva lo que serían las bases futuras del distributismo, tales como “fundamentar la propiedad de los medios de producción en el trabajo, rechazar la usura como un medio inmoral de enriquecimiento, buscar el bien común en la vida económica, o establecer una planificación económica que garantice una justa distribución de los bienes que Dios ha puesto al servicio de todo el género humano”.

El mismo Carballo expresa a Religión en Libertad otra curiosidad del distributismo, como es la semilla que sembró el interés de Belloc por la Doctrina Social de la Iglesia: “Vino de la amistad de su madre con el cardenal Manning, antiguo clérigo anglicano convertido al catolicismo en 1851 y que a su vez convirtió a la madre de Belloc”.

Respecto a Chesterton, destaca su “ejemplo vital” al sustituir sus artículos de encargo por la dedicación periodística al servicio de la apología católica, “lo cual resulta incompatible con la rentabilidad económica y es un ejemplo del sacrificio del dinero fácil y rápido en honor a los principios del bien y la verdad”.

Las consecuencias de este sistema, añade el autor, son “previsibles”: “a mayor propiedad individual, mayor libertad; a mayor propiedad, más estímulo y calidad en la producción; y, a mayor independencia económica, menor abuso. Volver a una vida más sencilla, donde las necesidades sean naturales y no artificiosas, donde seamos dueños de nuestro trabajo y de nuestro descanso…, en el fondo es la íntima aspiración de todo ser humano, llamado a vivir en la libertad de los hijos de Dios”, concluye.

José María Carrera

Publicado en Religión en Libertad – 03/03/2022

Mitos y curiosidades del distributismo, el «plan» de Chesterton para «enfrentar al comunismo» – ReL (religionenlibertad.com)

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