El gobierno que sufrimos actualmente en España es un auténtico experto en el arte de la manipulación y, especialmente desde hace un año, ha contado con la inestimable colaboración de una prensa que ha recibido cuantiosas subvenciones del erario público.

Es curioso ver cómo el pasado 26 de junio la prensa hizo pública la decisión gubernamental de permitir a las personas librarse de la mordaza en espacios públicos, vendiéndola como un paso hacia la recuperación de las libertades perdidas, pero ¿es ciertos eso? ¿antes no podíamos caminar sin mascarilla por la calle?

El uso generalizado de la mascarilla fue impuesto por una orden del Ministerio de Sanidad (Orden SND/422/2020) que entró en vigor el día 21 de mayo de 2020 y que, en su artículo 3 imponía el uso obligatorio de la mascarilla «en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público, siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros«. En junio de 2020, un Real Decreto (Real Decreto-ley 21/2020) que entró en vigor el 11 de junio, redujo esa distancia de seguridad interpersonal a «al menos, 1,5 metros«. Así estuvimos los españoles viviendo bajo una normativa que permitía salir a la calle, e incluso acceder a recintos cerrados de uso público, si guardábamos esa distancia de 1,5 metros; sin embargo la prensa vendió la obligatoriedad de la mordaza y, como consecuencia de ello, pudimos ver imágenes de personas siendo delatadas por sus vecinos y recriminados e incluso detenidos por parte de agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad por no llevarla en estos casos en los que, realmente, la ley amparaba a tales ciudadanos.

En esta situación estábamos cuando el pasado 31 de marzo el gobierno aprobó la Ley 2/2021 que, en su artículo sexto, imponía el uso de la mascarilla en todos los espacios públicos, eliminando la posibilidad de librarse de ella en caso de mantener distancias de seguridad. Realmente resultó chocante que durante los peores momentos de la pandemia existiese la posibilidad legal (que no real) de librarse del tapabocas y, cuando los sucesivos estados de alarme tocaban a su fin, se aprobase una ley más restrictiva; no entenderíamos esto hasta más adelante. Esta ley citada fue modificada por el Real Decreto-ley 13/2021, que fue el que entró en vigor el pasado 26 de junio y que, en su artículo primero disponía el uso obligatorio de la mascarilla «En cualquier espacio al aire libre en el que por la aglomeración de personas, no resulte posible mantener una distancia mínima de 1,5 metros entre las mismas, salvo grupos de convivientes». Es decir, que esta modificación nos devolvió a la situación prexistente respecto a la distancia de un metro y medio para librarnos del amordazamiento. Ahora ya es posible entender todo; era necesario prohibir legalmente librarse de la insoportable mordaza para así, al volver a permitir sustraernos de ella exactamente en las mismas condiciones que antes, venderlo como un logro de libertad impresionante, contando para ello con la valiosa colaboración de la prensa que aireó la nueva (aunque vieja) situación haciendo hincapié en que podíamos quitárnosla. Ahora, a pesar de que, insisto, estamos en las mismas condiciones que antes, ya nadie denuncia al otro por no cubrirse la boca, ni los policías le recriminan ni se le imponen sanciones.

Como podemos ver, es ciertamente vergonzosa la manipulación que se hace de la opinión pública por parte del gobierno. Y la prensa, que antaño era considerada el cuarto poder, no es sino una marioneta al servicio de los políticos de turno.

C.R. Gómez 

C. R. Gómez