MANIFIÉSTENSE, RETÍRENSE
La noche de las elecciones dio comienzo con muchos demócratas desesperados. Trump superó los pronósticos de las encuestas preelectorales, logrando con relativa facilitada el triunfo en Florida, Ohio y Texas, y logrando una ventaja decisiva sobre su adversario en Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Pero Podhorzer no se inmutó cuando hablé con él aquella noche: los resultados estaban exactamente en línea con su modelo. Había estado advirtiendo durante semanas que la participación de los votantes de Trump estaba aumentando. A medida que el número de sufragios emitidos iba aumentando, poco a poco, Podhorzer pudo afirmar que siempre todos los votos fueran contabilizados, Trump resultaría finalmente derrotado en los comicios.
La alianza progresista convocó una reunión de Zoom a las 11:00 p.m. Cientos de zoomers se unieron; muchos se estaban volviendo locos. “Para mí y para todo el equipo fue muy importante poder facilitar a la gente en ese momento una base firme en lo que sabíamos ya que era cierto”, dice Angela Peoples, directora de Democracy Defense Coalition. Podhorzer presentó datos para mostrar al grupo que la victoria estaba al alcance de la mano.
Mientras Podhorzer estaba hablando, Fox News sorprendía a todos anunciando que el triunfo de Biden en Arizona. La campaña de concienciación pública había funcionado: los presentadores de televisión hacían todo lo que estaba de su parte, aconsejando cautela y enmarcando cuidadosamente el proceso de escrutinio de votos. La cuestión que se planteaba entonces era qué hacer a continuación.
El debate que se desencadenó a partir de ese momento, protagonizado por los activistas encargados de la estrategia de protesta, se planteó como un problema difícil, complejo. “Queríamos estar seguros de si era o no el momento adecuado para movilizar a las masas en la calle”, dice Peoples. Por mucho que los activistas del progresismo estuvieran impacientes por hacer una demostración de fuerza, la movilización inmediata podría ser contraproducente, poniendo a sus gentes en situación de riesgo. Las protestas que finalmente desembocaran en enfrentamientos violentos darían a Trump un pretexto para movilizar a los federales y al ejército como lo hizo durante el verano. Antes que servir de altavoz a las quejas de Trump, en el contexto de la lucha contra él la alianza quería enviar el mensaje de que el pueblo había hablado.
En ese preciso momento surgió la consigna: retírense. Protect the Results anunciaba: “la red de movilización nacional no se activará completamente en el día de hoy, pero todo está listo para ponerse en marcha en cuanto sea necesario”. En Twitter, los progresistas indignados se preguntaron qué estaba pasando. ¿Por qué nadie intentaba detener el golpe de Trump? ¿Dónde estaban todas esas protestas de que se había hablado?
Podhorzer da fe de la moderación y el autocontrol de que hicieron gala los activistas del progresismo. “Habían pasado mucho tiempo preparándose para salir a la calle el miércoles. Pero llegado el momento, se contuvieron”, dice. “Entre el miércoles y el viernes, no hubo altercados entre Antifas y Proud Boys, como todos esperaban. Y cuando estos disturbios finalmente no se produjeron, todo parece indicar que en la campaña de Trump no estaba previsto un plan B”.
Los activistas canalizaron y reorientaron las protestas del programa Protect the Results hacia las celebraciones que tendrían lugar el fin de semana. “Contrarresta su desinformación con nuestra confianza y prepárate para celebrar”, decía la guía de mensajes que Shenker-Osorio presentó a la alianza progresista el viernes 6 de noviembre. “Proclama y fortalece nuestra victoria. Un ambiente: confiado, progresista, unidos no en la mera pasividad, sino en la expectación ansiosa”. Los votantes, no los candidatos, serían los protagonistas de la historia.
El día previsto para la celebración coincidió con la convocatoria para la proclamación del resultado electoral el 7 de noviembre. Los activistas que bailaban en las calles de Filadelfia, abandonaron el recital de Beyoncé al tener noticia de una conferencia de prensa convocada por el equipo de campaña de Trump; El siguiente conciliábulo de Trumpers se había organizado en la Four Seasons Total Landscaping, fuera del casco urbano, circunstancia que los activistas del progresismo no consideraban una mera coincidencia. “El pueblo de Filadelfia se adueñó de las calles de Filadelfia”, vociferaba Mitchell, del Working Families Party’s. “Les dejamos en ridículo, al contrastar nuestra alegre celebración de la democracia con su espectáculo de payasos”.
Había concluido el proceso de escrutinio de los votos. Trump había perdido. Pero la batalla aún no había terminado.