La sociedad de los EEUU ha quedado dividida, aunque asuma la presidencia de la primera potencia, el demócrata Joe Biden, la parte que apoyó a Trump no va a disolverse, sino que seguirá siendo el motor principal del nuevo republicanismo. A su vez, el cambio de presidencia significará una vuelta a la política abandonada de Obama, que puede beneficiar a Cuba, Venezuela e Irán, al rebajarse la presión sobre ellos.
En el caso de la Unión Europea, sufre la mayor crisis desde su fundación. En los últimos años, se ha desviado de la idea de la integración europea desarrollada por Robert Schuman, Alcide De Gasperi y Konrad Adenauer. Su intención era ser una unión de naciones libres basada en las raíces cristianas de su civilización. Actualmente se está impulsando una visión federal de Europa, en la que el principio de unión ha sido reemplazado por la ideología de género surgida en 1968. El triunfo del Brexit tuvo su origen en la crisis migratoria. Bruselas, contrariamente a la opinión de las sociedades europeas, ha presionado a favor de los intereses de las mafias del tráfico humano por la reubicación forzosa de inmigrantes ilegales, favoreciendo los de origen islámico, sin ningún tipo de control. Estos cambios han causado la salida de Gran Bretaña y el choque continuo con los países que forman el Grupo de Visegrado. La salida de Gran Bretaña añade otro problema grave, es uno de los países clave de la OTAN junto a Turquía, y ahora la Unión Europea perderá parte de su importancia en la alianza militar que garantiza la seguridad de la UE de forma real.
A su vez la UE sufre un profundo deterioro del espíritu europeísta cuando los países más atacados por el virus del covid se quedaron solos y abandonados por Bruselas. Los Estados miembros lucharon entre ellos por obtener las ayudas y vacunas para hacer frente a la terrible epidemia.
Por otro lado, la revolución de color que triunfo en Armenia de mano de Nikol Pashinián, le fue contraproducente, al tener que hacer frente a una guerra con Azerbaidjan, que apoyada por Turquía, la derrotó militarmente, sin tener ayuda de Rusia, pero tampoco de EEUU ni de la UE. La Turquía del presidente Erdogan entra en el nuevo año como una potencia regional de primera, por su influencia directa en Siria, Libia y en Azerbaidjan, pero reclamando aguas internacionales, con yacimientos de gas natural, que reclaman Líbano, Chipre e Israel.
Sin embargo, el principal cambio internacional lo ha marcado el presidente Trump con la presión que ha ejercido a los países musulmanes aliados de los EEUU en reconocer a Israel, que se ha iniciado por parte de Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Sudán, Kosovo y Marruecos. Las consecuencias son la integración del Estado hebreo en la región, como aliado de los sunníes contra Irán; el abandono de los palestinos por parte de sus apoyos árabes; y el reconocimiento de Marruecos como potencia en ascenso, al reconocer EEUU su soberanía sobre el Sáhara abandonado por España. Un mundo interesante se abre ante nuestros ojos.