Como viene siendo habitual en los últimos años Mons. Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares presidió la Santa Misa por la Solemnidad de Cristo Rey en el Cementerio de los Mártires de Paracuellos. El prelado recordó que los mártires «son el mejor tesoro de nuestra Iglesia y son como faros que alumbran el caminar de nuestro pueblo».

Don Juan Antonio constató que «hoy, como ocurrió en otros momentos de la historia, se ciernen densos nubarrones sobre España. Con ello no me refiero sólo a la situación de incertidumbre y de dolor que ha provocado la pandemia que nos aflige. Unido a esta situación que afecta a muchos de nuestros hogares, se levantan otras nubes de oscuridad que atentan contra la sacralidad de la vida humana y contra la libertad de los hijos de Dios. Son nubes oscuras que pretenden censurar el nombre de Dios y su relevancia en las instituciones y espacios públicos».

El obispo aseguró que «estamos viviendo una crisis institucional, social y económica muy grave que afecta tanto a las personas como a nuestras familias. Al mismo tiempo se presentan propuestas dirigidas a robar la libertad de los padres para la procreación y la educación de sus hijos, leyes que de manera prepotente quieren cercenar la libertad de enseñanza, o que quieren retorcer la naturaleza de la persona negándole su identidad».

«Hoy en España», afirmó D. Juan Antonio, «cuando estamos llorando a nuestros hermanos mayores fallecidos en la pandemia, asistimos estupefactos a la promoción incluso de una ley de la eutanasia que pretende favorecer el suicidio asistido y el homicidio por parte de los sanitarios corrompiendo así el ejercicio de la medicina».

El obispo de Alcalá de Henares advirtió que «si España se aleja de Dios, como es sabido por experiencia, los senderos de la libertad necesariamente se irán cerrando y aumentarán las semillas de la muerte por todas partes».

Mons. Reig Pla respondió a aquellos que se preguntan cuál será el final de lo que ocurre hoy:

«Alguno de vosotros, sin embargo, ante la oscuridad del tiempo presente, se puede preguntar: ¿Cuál es el desenlace de todo esto? ¿Cuál es el sentido de la historia y hacia dónde nos encaminamos? La respuesta del apóstol es la siguiente: «Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies» (1Cor 15,25). Ésta es la decisión de Dios y ésta es la certeza de nuestra fe».

Y:

«Al final de nuestra historia, queridos hermanos, habrá justicia y nuestro destino se juega en el amor a Dios y a los hermanos. En la lógica de las palabras de San Mateo, quien es enemigo del hombre y adversario de su destino es en esto mismo enemigo de Cristo, y quien es enemigo de Cristo es en esto mismo enemigo del hombre».

El obispo concluyó volviendo a señalar el ejemplo de los mártires:

«Nuestros mártires supieron escoger bien el bando en que luchar y, como Cristo, murieron perdonando y rezando por sus adversarios. Con ello encendieron la antorcha de la fe y de la esperanza para que no falte en España la luz de Cristo. Su muerte fue su victoria. Ellos son como el grano de trigo que cae en tierra y muere. Sin embargo, su sacrificio se convertirá en las espigas que multiplican sus granos para que no nos falte el pan de la vida, el mismo que se hará presente en este humilde altar en el que ofrecemos el sacrificio de Cristo, al que confesamos como Rey de los mártires y Rey del universo».

 

Publicado en INFOCATÓLICA- 23/11/2020

Otros Autores