Hace unos días leí que altos cargos del Gobierno de Aragón se desplazaron a Salcedillo, en las Cuencas Mineras de Teruel, un municipio que tiene 12 o 13 habitantes.
Todos residentes fuera de la localidad, salvo un pastor pakistaní, que estoy seguro estará encantado en el pueblo, sin discutir con nadie.
El alcalde decía que no vivía allí, como ninguno de los habitantes empadronados como residentes, pero que tenían previsto irse a vivir al pueblo, pues querían revitalizarlo, y ojalá lo consigan.
Yo procedo también del mundo rural, y a mucha honra.
Mi pueblo natal, Laguarres, que también era municipio, y tenía el correspondiente ayuntamiento, se fusionó en 1965 con Capella, ambos en la provincia de Huesca, ante la imposibilidad de mantener un secretario, con la casa consistorial medio en ruinas -¡cuánto jugábamos allí, ajenos al peligro!-, y sin prestar prácticamente ningún servicio al centenar, largo, de habitantes.
Es decir, que sangro por la herida, y siempre he sido defensor de los pequeños municipios…, pero hasta cierto límite.
Igual que un Estado necesita un territorio, una población y un poder político, que gobierne, un municipio también precisa esos tres elementos: territorio, el término municipal, obviamente propio, o segregado de otro, población, mediante el empadronamiento y el padrón municipal, y administración, que se ejerce por medio del ayuntamiento.
En Aragón tenemos setecientos treinta y un municipios, si la memoria no me falla, o no se ha incorporado o desaparecido alguno, y en toda España, más de ocho mil…
¿Qué sentido tiene mantener municipios sobre el papel, pero que, en la práctica, no existen, más que como una realidad virtual…?
¿Qué servicios va a poder prestar un ayuntamiento en cuyo término solo reside un habitante…?
Hay que ser realistas, y no se puede prolongar la vida de un moribundo, sea persona física o jurídica.
Lo contrario es engañarnos a nosotros mismos.
El Boletín Oficial de Aragón, BOA, creo que iba a publicar una convocatoria para esos pequeños ayuntamientos, sin población, o que reside en Zaragoza capital, etc.
Con una aportación total de 350.000 euros, que estoy seguro dará para comprar una bolsa de pipas a todos y cada uno de los habitantes, y poco más.
Cuando tanto dinero público se derrocha, y se pagan tan elevados sueldos a multitud de altos cargos, asesores y enchufados varios, ¿de verdad creen que con 350.000 euros van a conseguir revitalizar el mundo rural…?
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor